Actualmente existe una rara tendencia entre algunos padres de familia que deciden no vacunar a sus hijos. Y digo “rara” por no decir irresponsable. La mayoría de quienes prefieren no someter a sus hijos al esquema de vacunación infantil son padres jóvenes. El motivo que los lleva a tomar esta decisión es que durante su vida no han sido testigos de las afectaciones que causan ciertas enfermedades. Y si no las han visto es precisamente porque fueron erradicadas por las vacunas. A continuación te comparto algunas razones para no dejar de hacerlo.
La enfermedades graves no dejaron de existir
Aunque nunca hayas conocido a alguien que padeciera enfermedades como el sarampión, la tosferina o la poliomielitis, todavía existen. Lo que sucedió es que las vacunas lograron aislarlas y reducir significativamente los casos de contagio. Sin embargo, en países diferentes y quizá lejanos al tuyo, estas enfermedades siguen presentándose y hay que tomar en cuenta que siempre hay viajeros que van y vienen. Por lo anterior, es importante no bajar la guardia y continuar con la vacunación.
Preferirás un día de llanto a una enfermedad grave
Las molestias que puede experimentar tu hijo después de haber sido vacunado son mínimas comparadas con las que podría tener si se enferma. Así que más vale que llore unas horas a verlo sufrir por algo realmente grave. Las únicas razones para no hacerlo tienen que ver con que el bebé sea alérgico o que tenga un sistema inmune muy débil. Si es así, tu pediatra determinará la mejor opción para prevenir a tu hijo.
Evitas la muerte de muchas personas
Hay algo a lo que los expertos le llaman inmunidad de grupo. Esta se produce cuando una parte de la población recibe las vacunas necesarias y de esa forma protege indirectamente a los no vacunados. Así se contribuye a reducir el riesgo de contagio.
No esperes más y vacuna a tu bebé. No creo que quieras de regreso esas horribles enfermedades que en otro tiempos terminaron con pueblos enteros.