Me enamoré perdidamente de un chico muy guapo, inteligente y trabajador. En nuestro primer año de novios tuve la historia de amor más linda de este mundo; sin embargo, eso cambió poco a poco cuando conocí a su familia. Tristemente lo último que le grité fue: “me comprometí contigo, no con tu familia”.
La familia del novio
Recuerdo lo nervioso que estaba mi novio cuando un día tocamos el tema de conocer a nuestras familias. No voy a olvidar nunca el miedo en sus ojos cuando le pregunté: “¿Cómo es tu mamá? Un día, a regañadientes, hice una cena en mi casa para invitar a mis suegros, pues yo me veía con este chico a largo plazo. Soy chef profesional, así que me dediqué todo un día en hacer un montón de platillos y bocadillos ricos para impresionar a mi suegra. Las cosas no salieron como yo esperaba. En vez de recibir un halago por la excelente comida, mi suegra solo comentó: “Aguas, una mujer que come demasiado no es nada apetecible a los ojos de un caballero”. Ese fue el primero de muchos desaires que mi suegra cometería conmigo en los siguientes dos años de relación.
Rectitud ante todo
No me di por vencida, pues mi novio y yo veíamos muy poco a sus padres. Tuvimos una adorable relación amorosa durante tres largos y hermosos años. Pasó el tiempo y en el tercer aniversario de relación pasó lo inesperado. Recibí un anillo de compromiso: mi sueño hecho realidad. En los primeros días solo podía ver mi anillo y divagar por horas en cómo iba a ser nuestra vida juntos. Yo tenía un excelente puesto de trabajo, él también y toda la vida por delante. Sin embargo, había un ingrediente que no había puesto aún en mi mente.
La suegra o, en este caso, el monstruo
No puedes imaginar la forma en la que esta noticia afectó a la madre de mi novio. De un día para el otro la señora acabó en el hospital alegando que tenía taquicardias. Conforme pasaron los meses previos a la boda, la cosa empeoró. Comenzó a aparecerse en la casa de mi novio sin avisar, se quedaba a dormir alegando que ya no veía para manejar de noche e incluso se metía en nuestros planes de pareja. Simplemente perdió la razón. Hable con mi novio al respecto, pero él me insistía en que ya se le pasaría. Al fin y al cabo tenía que entender que el era su único hijo y era normal que su mamá tuviera miedo de perderlo.
Siendo la más comprensiva
Intenté llevar las cosas en paz como lo había hecho ya casi tres años. Sin embargo, la señora estaba dispuesta a hacer de todo con tal de que yo saliera de la fotografía. Y claro que mi prometido tenía los ojos completamente tapados. Estaba dispuesta a casarme con el hombre de mis sueños a toda costa, aunque mis amigas insistieran en que lo pensara dos veces con una suegra de ese calibre. Sin embargo, llegó el día después de una semana muy conflictiva en la que esta mujer se encargó de hacerme la vida imposible. Mi prometido me exigió que tratara bien a su mamá. Me dijo que nunca iba a dejar que yo lo alejara de su familia pues eso no lo hace la mujer que se supone que te ama.
Se acabó
Esa noche saqué del departamento de mi prometido hasta el último calcetín sucio. Llevaba más de seis meses tolerando a una mujer que estaba decidida a sacarme de la vida de este hombre. Después de una gran pelea y con una copa de vino en la mano busqué paz y consuelo. Escribí en una lista los pros y contras al casarme no solo con el novio, si no también con su mamá.
Reflexiones nocturnas
Me di cuenta de muchas cosas mientras escribía esa lista. Esa noche decidí alejarme completamente de ese chico, pues por más amor que yo le hubiese tenido no lo iba a lograr. La familia política no siempre es mala, en mis relaciones anteriores siempre fui muy querida en casa de mis novios. Conozco pues, ambas situaciones. Esa noche me di cuenta de que no quería ser la esposa de mi prometido y su mam . Mucho menos traería niños a este mundo para que la tuviesen de abuela. Reconozco que esa frase tan conocida de “te casas con la familia” se vuelve una controversia cuando te encuentras con familias así.
La verdad no culpo a mi ex suegra de actuar como lo hizo. En su mente yo estaba intentando arrebatarle a su hijo. No obstante, mi prometido no hizo absolutamente nada para impedirle hacerme todo lo que hizo. Fue difícil desprenderme de él y darme cuenta de que no era el hombre de mi vida. Tratar con suegras difíciles es espantoso y estoy segura de que cuando yo lo sea nunca repetiré las acciones de esta mujer.