La sutil violencia con la que convivimos todos los días

Hace unos días platicaba con mi novio acerca de un accidente que tuve en el metro. Sucedió que un tipo me estaba mirando de forma lasciva y cuando le dije algo, me respondió: “Es tu culpa por vestirte así”. Tras quejarme varios minutos mi novio me contó que en algún momento de su adolescencia le pasó algo similar. En ese momento comprendí que la violencia es tan normal en estos días, que vivimos con ella sin más. ¡Deberíamos cambiarlo!, ¿no crees?

Las mujeres son débiles y los hombres son fuertes

Desde que somos pequeños se nos enseñan roles de género muy violentos. En este sentido mediante distintos medios se nos dice que las mujeres son delicadas, frágiles, asexuadas. Los hombres son fuertes, poco sensibles  y líderes naturales. Así mismo se nos ponen límites muy claros en cuanto a lo que podemos hacer y lo que no. En ese sentido para los hombres la vulnerabilidad está vetada. Para las mujeres la fortaleza sólo radica en soportar maltratos o abusos tanto físicos como sexuales. En consecuencia ninguno puede desarrollarse cabalmente ni vivir todas sus facetas con plenitud.  Por tanto, no es gratuito que siempre estemos peleando por reivindicar un lugar que nunca nos ha sido dado.

¿A los hombres también los acosan?

He visto innumerables campañas que hablan acerca del acoso femenino.  Así mismo, cada día van en aumento las ideas de empoderamiento y cambio. Eso me parece grandioso, pero es un poco hipócrita decir que sólo los hombres tienen la culpa de esta situación. Es peor señalar que ellos no son víctimas de abusos y desconsideraciones. Así como nosotras sufrimos acoso diariamente, los hombres también son hostigados tanto por hombres como mujeres. Sin embargo, ellos no pueden denunciarlo. Cuando un chico intenta denunciar un abuso sexual las autoridades y la sociedad le responden: “A los hombre fuertes no les pasan esas cosas”.  O: “Si te pasó, tal vez eres menos hombre”. Y también: “¿De qué te quejas, si eso está bien”. Incluso, la ley sólo considera la violación como una acto de violencia cuando una mujer es penetrada en contra de su voluntad. En cuanto a la violación masculina, ésta no esta tipificada y sólo se considera agresión sexual. En ese sentido, ante un abuso físico la postura es: la mujer se lo busca y el hombre lo merece por débil.

Los actos de violencia que debemos dejar de practicar

Para resolver esta situación nos hace falta cambiar como sociedad. Sin embargo, este cambio no se dará si no cambiamos nuestra perspectiva de vida. Por ello hay ciertos hábitos que debemos cambiar día a día. Aunque no lo creas, mediante ellos podemos crear un ambiente más sano para todos.

  • Debemos educar  sexualmente a nuestros hijos de una forma sana, responsable y sin tabúes.
  • Paremos de etiquetar a las personas que viven libremente su sexualidad.
  • No impongamos roles de género que lastiman la autoestima de nuestros hijos.

¿Has pasado por alguna situación semejante o conoces a alguien que sí? ¡Queremos saberlo!