Solo porque a veces no nos damos el tiempo para recordar algo del romanticismo que sentimos cuando empezamos a conocer el amor, te dejo esto. Se trata de la leyenda del árbol de Sakura. Esta comenzó hace cientos de años en Japón. Conócela, quizá te haga recuperar un poco de fe en el amor.
Había una vez…
Hace cientos de años, en el antiguo Japón, la guerra no cesaba de traer ríos de sangre. El país se encontraba triste y desolado. Sin embargo, existía un hermoso bosque que ni la guerra había podido devastar. Estaba lleno de árboles frondosos que dejaban adivinar a lo lejos su exquisita tranquilidad. Este le daba consuelo a los atormentados habitantes del país. Por fuerte que fuese la guerra en curso, nadie se atrevía a perturbar la paz que emanaba de ese bosque.
Sin embargo…
Dentro del bosque había un enorme árbol que parecía muerto, pese a la vida que lo rodeaba. En realidad el árbol no estaba seco ni mucho menos. No obstante, por alguna extraña razón nunca florecía. Sus ramas llenas de hojas vivían durante un tiempo sin que floreciera nunca. Por mucho tiempo el árbol permaneció solo, sin ninguna flor. Los animales le daban la vuelta pues temían que algo pudiera pasarles si se acercaban al árbol. Y no solo eso, alrededor de su tronco la hierba tampoco crecía. El árbol vivía sus días en completa soledad.
Pero un buen día…
Un hada compasiva se conmovió al ver el árbol en tan precarias condiciones. Entonces, con cuidado, se acercó a él con una propuesta. Le dijo que ella le lanzaría un hechizo. Haría que durante 20 años él pudiera sentir lo que siente el corazón humano. De esa forma quizá lograba emocionarse y florecer nuevamente. El hada agregó que podría convertirse en un ser humano o en una planta según fuera su deseo. Sin embargo, al cabo de los 20 años, si no lograba recuperar su vitalidad, moriría al instante.
El árbol aceptó…
Durante un tiempo se convirtió en humano. Sin embargo, decepcionado al ver la guerra a su alrededor decidió convertirse en árbol nuevamente. Los meses pasaron despacio, se convirtieron en años y el árbol no lograba sentir emoción alguna para florecer otra vez. Sin embargo, una tarde, el árbol moría de aburrimiento y decidió convertirse y caminar. En su camino se encontró cerca del río a Sakura, una hermosa jovencita. Impresionado por su belleza, el árbol se acerco a ella. Sakura fue dulce y amable con él, para corresponderle él la ayudó a cargar agua hasta su casa. Tuvieron una agradable conversación sobre muchas cosas. Y fue así como la amistad comenzó.
Todos los días
Sakura y el árbol que se puso a si mismo el nombre humano de Yohiro (que significa esperanza) se veían para platicar, reír, cantar y leer libros con historias maravillosas. Mientras más a fondo conocía Yohiro a Sakura, él sentía la necesidad de permanecer a su lado. Un día, Yohiro le confesó su amor a Sakura, y tras esa confesión le mostró quién era en realidad. Ella quedó muy impresionada y por unos minutos guardó silencio. Al final, ella sabía que no podía dejar de ver al árbol pues lo amaba demasiado. Pasaron los años y el plazo de los 20 años llegó por fin. Sakura le confeso su amor al árbol. En ese momento, el hada conmovida llegó a su encuentro y le ofreció a Sakura fundirse con Yohiro en forma de árbol.
Y entonces floreció…
Ella miro a su alrededor por unos segundos y con mucho amor accedió a fundirse con su amado. Fue así que el milagro se hizo. Al instante, en el centro del bosque el hermoso árbol de Sakura comenzó a florecer. Dejando ver el amor de ambos en cada uno de los pétalos de las flores. El árbol se quedó con el nombre de Sakura, que significa “flor de cerezo”. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos de Japón.