¿Qué hago si tiene miedo al compromiso?

Cuando Manuel y yo nos conocimos, la atracción fue instantánea. Conforme fuimos saliendo y conociéndonos, más nos gustábamos y descubríamos grandes afinidades: sentido del humor, películas favoritas, gustos musicales, hobbies… todo parecía perfecto. Sin embargo, había algo en él, cierta cautela y una barrera invisible que fue el primer foco rojo de que algo no andaba bien y que tenía problemas con el compromiso.

Identificando a un filofóbico

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Después de varios meses de salidas constantes y encuentros cada vez más íntimos, nos perfilábamos hacia una relación formal. Sin embargo, cada vez que hablaba con él al respecto, habían ciertas evasivas. Por ejemplo, si le pedía que me hiciera un poco más de tiempo en su agenda, siempre ponía como excusa su trabajo y la poca flexibilidad de sus horarios. Aunque siempre tenía tiempo para salir con amigos y hacer otras cosas.

Durante estas pláticas sobre nosotros, la palabra “novios” jamás salió a relucir. Manuel salía siempre a eventos con sus amigos, a los cuales nunca me invitaba, no me molestaba. Siempre lo interpreté como que le gustaba tener su espacio. Cuando estábamos juntos todo estaba bien; sin embargo, a veces no contestaba mensajes o podían pasar días sin saber de él. Después me di cuenta de que todas estas conductas son propias de un filofóbico.

Confrontando un problema

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Manuel y yo hablamos varias veces de ir lento, de la ansiedad y miedo que nos provocaba a ambos este tipo de situación, pero que todo estaría bien. Él me expresó varias veces su miedo a avanzar, yo lo calmaba y le decía que no tenía de qué preocuparse. Entonces todo parecía que estaba bien y bajo control. Queríamos estar juntos y los miedos insignificantes no nos iban a detener. El problema fue que lo que para mí era un miedo insignificante, para él era un tema muy angustioso que lo hacía sentir ansioso, desesperado y fuera de control.

“No eres tú, son mis miedos”

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Pasamos algunas semanas muy flojas en las que nos vimos muy poco. Yo sabía que algo andaba mal, pero no me esperaba lo que Manuel me iba a decir. Entonces me dijo que no estaba listo para tener una relación, que no me podía dar lo que yo quería y que era injusto conmigo. Él tenía pavor de ser lastimado y de las responsabilidades de una relación.  Yo sabía que él había sido herido en el pasado, pero eso estaba atrás.

Manuel creía que cuando llegara la persona correcta podría dejar esas emociones atrás, pero ya avanzada nuestra relación se dio cuenta que le era imposible. A pesar de que fue muy doloroso para él, sabía que era lo correcto y aunque intenté conciliar la situación diciéndole que podríamos ir más lento si así lo requería, él estaba decidido a bajar del barco.

Solución a la filofobia

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Al investigar acerca de la filofobia encontré que hay distintas terapias a las que se puede acudir. En el caso de Manuel, al no estar preparado para enfrentarla su recuperación es todavía remota. En cuanto a este desenlace me encuentro con sentimientos encontrados con los que quizá te identificas: no quiero esperarlo, ni seguir queriéndolo porque no se esforzó por nosotros. Por otro lado, si no está preparado no hay nada que yo pueda hacer al respecto. Yo intenté ser comprensiva, lo hice sentir querido y merecedor de amor, pero una fobia no se cura con cariño. Cuando él haya decidido que merece ese amor y ser feliz, buscará ayuda y mejorará.

Lo único que a mí, o a nosotras, nos queda, es seguir nuestras vidas sabiendo que no hicimos nada mal. No tener rencor hacia un hombre con un padecimiento. Así mismo, no dejar que una mala experiencia nos frene en nuestras futuras relaciones. Merecemos un hombre feliz que esté bien consigo mismo y pueda contagiar nuestra relación de todo ese positivismo. Nunca te conformes y sé consciente de todo lo que vales.