En estos días he aprendido que aunque disfrute la soledad, extraño a mis seres queridos

Jamás había pasado tantos días sola. Debo reconocer que desde que me mudé de casa de mis padres, he adoptado un nuevo estilo de vida. Tengo hijos, era una mujer casada, pero un día mi matrimonio dejó de funcionar y mi ahora exmarido y yo, tomamos la decisión de divorciarnos por el bien de nuestra familia y nuestro. Desde ese entonces, los tiempos cambiaron, pues ya no era ir todos juntos a casa de la abuela. Ahora se trataba de dividirnos a los hijos de acuerdo a la situación. Todo ha marchado bien desde ese momento. Un día del fin de semana están conmigo y otro con él. Así es cada semana. Hasta ahora que llegó la cuarentena. Jamás imaginé lo feo que sería permanecer tantos días en casa, sola. Y sí, extraño a mis hijos horrores y en este momento es cuando más he aprendido a valorar a mi familia.

El tiempo de soledad es bueno

Desde que me divorcié, aprendí a aprovechar mi tiempo de soledad, cuando mis hijos se van con su padre. Debo reconocer que al principio me costó mucho trabajo. Me la pasaba llorando, me metía a la cama y lo único que quería era que las cosas fueran como antes. Extrañaba la rutina que tenía con mi familia. Un día dedicado a nuestra familia y otro para ir con los abuelos por parte de ambos lados. Así era cada fin de semana y eso me gustaba. Mi tiempo pasaba más ameno y estaba lista para una nueva semana de actividades. Sin embargo, el primer día que me quedé completamente sola no tenía idea de qué hacer. Poco a poco fui aprendiendo a disfrutar la soledad. Es grandioso tener un respiro de tus obligaciones como madre. Ya no tenía que preocuparme por hacer de comer, si quería pedía algo a la pizzería o a cualquier restaurante.

Me conocí a mí misma

Además de empezar a valorar ese tiempo conmigo, me reencontré con mi yo. Tenía mucho que no hablaba conmigo, que no me preguntaba si estaba bien, si era feliz o qué era lo que me faltaba para sentirme plena. Todo eso aprendí a hacerlo estando sola. Sabía que al llegar la noche regresarían mis hijos y eso sería bueno. El hecho de estar un tiempo conmigo no significaba que dejara de amarlos, sino todo lo contrario. Estando bien conmigo, era mejor mi relación con ellos, con la vida. Mi vida personal y profesional mejoró mucho con todo eso. Así fue hasta que un día la vida nos orilló a adoptar otro modo de vida.

Cuarentena

En cuando comenzó a sonar lo de la problemática de salud a nivel mundial, tanto el papá de mis hijos como yo empezamos a tomar medidas de seguridad no sólo por nosotros, sino por el bienestar de nuestros hijos. Como mi trabajo me lo permite, yo sigo trabajando en casa. Los abuelos de mis hijos se ofrecieron a cuidar de ellos durante estos días, así se harían compañía. Aceptamos porque sabíamos que eso sería bueno para ellos. Sin embargo, en este momento debo confesar que extraño a mis hijos horrores. Aunque estoy libre de esa carga de tener que atenderlos, además de mi trabajo, extraños a esos chamaquitos que me sacan más de una sonrisa. Sí, puedo hacer varias cosas luego de mis obligaciones profesionales, pero la soledad no se siente igual sin ellos.

Extraño a mis hijos

Aunque sé que la decisión que tomamos fue por el bien de todos, los extraño mucho. Porque sé que no es que sólo se hayan ido por unas horas. Se fueron varios días, tal vez semanas y mientras esto pasa, mi corazón se estruja por no escuchar sus voces, por no ver sus sonrisas, por no sentirlos cerca de mí. Tal vez la vida me está preparando para el día en que tengan que hacer sus propias vidas y no voy a negar que esto se siente horrible. Sin embargo, mientras sepa que ellos están bien, creo que tengo que aprender a sobrevivir. Por lo mientras, aprovecharé cada videollamada que tenga con ellos, pues eso recarga mi pila y me da el aliento necesario para poder continuar.